Tuesday, January 20, 2009

CAPACIDAD

Somos maquinas capaces de adaptarnos. Somos de esa especie que evolutivamente (creemos) esta en la cima de la cadena. Somos lo hemos querido ser, lo que nos ha tomado tiempo, esfuerzo y dedicación.
Si eso basta el sentimiento de felicidad debería ser adosado inmediatamente, puesto que se es uno de los que salio de la especie en la cima de la cadena, y se proyecta a lo alto, se es un ser superior, que ha alcanzado inmensos niveles en desarrollo intelectual, laboral, estilo de vida, etc.
Ahora si bien estos anhelos soñados por muchos no están dentro de la lista interminable, esa que no sabemos donde debe ser guardada, porque es eterna, ¿que queda?
Entre el ser soñado, ese chico(a) que te traerá en bandeja la felicidad eterna, unos labios llenos de esos besos calidos, unos brazos que no te darán tregua, una espalda no que cansaras de acariciar, y aquellos ojos sinceros que todos esperamos, pero que sabes que es muy poco probable que aparezca, no seria mas sano pensar que un perro te da lo necesario en afecto?
Acabo de terminar de ver Marley and Me, buenísima comedia. Me sonó familiar lo que pasaron con el cachorro y todo su crecimiento y madures.
Rufus una meza entre un pointer ingles y un pastor alemán cambio la forma en que se ven las cosas.
Cuando lo vi era totalmente distinto a sus hermanos. Todos eran un copia exacta a su madre, el cuerpo atlético, los rasgos faciales etc. pero había un cachorro que superaba en tamaño a los demás, mas inquieto que el resto, y con rasgos híbridos, todo un personaje.
Al verlo sabía que ese perro seria mío, que no importaba que no fuese lo más símil a un pointer. La primera noche que durmió fuera de casa lo tuve en mi cama acurrucado. Desperté cada dos horas por los gemidos que daba y bastaba solo con acariciarle la cabeza para que se volviese a dormir. Tenía solo dos meses.
Al día siguiente al verlo caminar por el patio, conociendo su nuevo mundo, me senté en la escalera de mi casa viendo a ese bultito de carne pasear, oler y morder todo lo que se pusiera en su camino. Estaba embobado, verlo dormir era disfrutar cada segundo.
Ahora miro a rufus y veo a un perro que debiese ser más pequeño para su edad. solo tiene 7 meses, y con sinceridad puedo decir que es el peor perro del mundo, rompe todo lo que pueda, come como si no importase nada mas, jugar con el es la predisposición a terminar con alguna cicatriz. Pero al llegar a mi casa y verlo saltar detrás de la reja, moviendo la cola, ladrando y moviendo esas orejas gigantes, ya todo se olvida.
No le importa si soy atractivo, no quiere conseguir nada material, le da lo mismo si soy o no inteligente, cada vez que lo necesito, cada vez que quiero que alguien escuche algo, cada vez que necesito alguien a quien acariciar esta ahí. Cuando a media noche miraba la luna llena por la ventana y salí al patio a fumar un cigarrillo en soledad, de pronto sentí que algo se movía a mi lado, llegaba con sus orejas lánguidas me miraba ladeando la cabeza hacia un costado y se sentaba a mirar nada, a decir nada, solo bastaba con saber que estaba con el.
No quiere ropa, no quiere joyas, quiere algo de comida, algo de agua, tiempo y cariño, no quiere un juguete nuevo, quiere que le tires la misma pelota con la que jugo la primera vez.
Cuantas personas son capaces de conformarse con tan poco de ti?
Aun no conozco a alguna, pero por gracia del destino aun esta rufus saltando tras la reja cada vez que llego y sus patas llenas de barro quedan estampadas en mi pecho sin que nada mas importe en ese momento.

1 comment:

Anonymous said...

Conclusión los animales son más felices que nosotros. Supongo que sí!